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En unos años, cuando los niños nacidos por subrogación regresen a México y/o sus demás países de nacimiento

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Hace un par de días, estaba leyendo un artículo titulado “Why a Generation of Adoptees Is Returning to South Korea” (¿por qué una generación de adoptados está regresando a Sur Corea?), del New York Times, el cual narra cómo una generación de adultos surcoreanos adoptados por extranjeros en su infancia, están desde hace un par de años regresando a Sur Corea en busca de respuestas de su pasado. Esta migración, ha hecho que un condado en Seúl se haya vuelto famoso por albergar hasta 500 adultos adoptados provenientes de países como Estados Unidos, Francia, Dinamarca, etc. Muchos de ellos, no cuentan actualmente con memorias o recuerdos de su país, ya que abandonaron Sur Corea muy jóvenes. No obstante, han decidido regresar con la esperanza de encontrar un sentido de conexión con Sur Corea, sus familias biológicas (si es que las logran encontrar), así como una conexión con otros adultos igualmente adoptados.

Leer este artículo, me llevó a pensar que en unos años algo muy parecido podría suceder con los menores nacidos por subrogación con ayuda de donantes de gametos en México y otros países. Como lo dije en una entrada de blog anterior, todo ser humano por naturaleza busca un sentido de pertenencia y comprensión de sí mismo, que lo lleva a querer descubrir su pasado y todo aquello que forma parte de él.

México está pasando por una etapa de boom en la subrogación gracias a los candados impuestos en Tailandia y la India. Sí, México, un país totalmente desconocido en la subrogación hasta hace dos años a nivel internacional, pasó a convertirse en la nueva meca de la subrogación a nivel mundial. Y como todo, este panorama trae situaciones positivas y otras que no lo son tanto.

Las situaciones positivas están relacionadas con la economía para el país, en especial para el estado de Tabasco, ya que al haber ingreso de dinero proveniente del extranjero, diferentes entidades se ven beneficiadas de alguna manera (madres gestantes, clínicas, agencias, hoteles, abogados, gobierno [con impuestos y trámites], etc). Sin embargo, también hay una situación no muy favorable en todo esto y es la sobreexplotación de gametos. México, al igual que otros países latinoamericanos que permiten la subrogación, no cuentan con regulaciones en el tema general de la reproducción asistida, en especial en lo que respecta a donadores de gametos. Por lo tanto, no se tiene registro nacional de cuántos nacimientos han habido por cada donador, cuántos embriones hay vitrificados, cuántos embriones han sido dados en adopción y ni tampoco si los donadores han donado en otra clínica o banco de óvulos y/o esperma.

Particularmente, me es un poco cómico que los medios de comunicación tabasqueños y en México en general, se estén enfocando en la superficialidad del acto de la gestación sustituta en sí como algo no moral y con tintes de explotación hacia la mujer, cuando realmente el centro del problema a largo plazo está en el uso desmedido de los gametos y, que ojo, que como tal no debería ser un problema si hubiera un control bien definido y respaldado por las leyes locales o federales, puesto que lo único que estamos provocando a largo plazo, es conseguir futuras posibles uniones entre medios hermanos o familiares en segundo y tercer grado sin ellos saberlo, como se han dado ya casos en Estados Unidos o Inglaterra, pioneros en el tema de reproducción asisitida. A veces pienso, que si seguimos así en este boom de la subrogación y la donación de gametos, sin un control estandarizado de gametos, llegaremos a un punto en la sociedad, donde así como una pareja se hace prueba de fertilidad o de enfermedades de transmisión sexual antes de casarse, también se tendrán que hacer pruebas genéticas para saber si no provienen de una misma rama familiar.

En unos diecisiete años, queridos lectores, prepárense para ver grupos virtuales y encuentros masivos de los nacidos por subrogación y donación en México, quienes como los adultos adoptados de Sur Corea, regresarán a nuestro país en búsqueda de un sentido de pertenencia y de sus mismos orígenes biológicos. Sólo espero que las leyes respecto a la reproducción asistida a nivel nacional ya estén reguladas, o al menos sea así en Tabasco, para que tengamos respuestas para darles a estos jóvenes cuando regresen en el futuro a México u otro país latinoamericano, pero primero, será necesario que los políticos volteen a ver que el verdadero centro del problema no está en el acto de la gestación sustituta y la donación de gametos, sino en el vacío legal que no toma en cuenta su control y los derechos del futuro del menor nacido por estos medios.

Por último, envío un mensaje para todas las personas que laboran en la industria de la reproducción asistida, donde les pido que a falta de leyes que los “guíen” a saber cómo proceder con el uso de gametos, sean lo suficientemente éticos y mantengan los registros de  las madres gestantes sustitutas y los donantes, así como que establezcan un límite de nacimientos por donante y una base de datos de embriones existentes y de los otorgados en adopción. De igual manera, sería importante que esta información estuviera blindada contra posibles quiebres de clínicas, agencias o banco de espermas y/óvulos con el pasar de los años, pues de lo contrario, estaremos dejando a miles y miles de jóvenes y/o adultos en el futuro, en una situación donde no podrán encontrar la última pieza del rompecabezas que complete la comprensión de su persona.

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