La coparentalidad, mejor conocida como custodia compartida, no es un término nuevo acuñado por nuevas corrientes o estilos de crianza. Realmente es un término muy común que se ha manejado desde hace mucho tiempo para referirse a la asunción compartida de autoridad y de responsabilidad de dos padres hacia su hijo o hijos en común. Sin embargo, en años recientes, la coparentalidad, más allá de ser una obligación para los padres por el interés superior del menor, se ha convertido también en una opción factible para las personas solteras y/o homosexuales que desean tener un hijo, ya que hay países como Francia, en donde se prohíbe el acceso a la reproducción asistida a mujeres solteras, así como también el acceso a la maternidad subrogada y la adopción por parte de parejas homosexuales y/o solteras.
El proceso que se realiza para ser padres por medio de una coparentalidad, no es distinto al que realiza una pareja de padres divorciados para establecer un Plan de coparentalidad, en el cual se especifican las acciones y las obligaciones que ambos padres por acuerdo mutuo, han de establecer para el cuidado de sus hijos en común.
Pero entonces, hasta aquí se debe entender que ¿una coparentalidad sólo se puede realizar entre un hombre y una mujer? Lamentablemente, para efectos legales sí, pues la ley solamente reconocerá a los dos progenitores que genéticamente estén relacionados con el menor. No obstante, esto no implica un obstáculo para las parejas homosexuales, de quienes no es de sorprenderse ver que hasta dos hombres y dos mujeres en conjunto, pueden llegar a ser padres de un solo niño. ¿Y cómo es esto posible? Es tan simple como que dos parejas homosexuales (una pareja de hombres y otra de mujeres) han decidido establecer una coparentalidad, por lo que una pareja aporta su semen y la otra sus óvulos y vientre para procrear un hijo o hijos en común, por lo que una vez nacido éste o éstos, las dos parejas establecen los acuerdos de responsabilidades y crianza entre cuatro personas, e incluso, hasta en ciertos casos, ambas parejas deciden irse a vivir al mismo vecindario para tener una mayor cercanía para llevar de mejor manera la crianza del menor.
Las variantes de la coparentalidad
En realidad, la coparentalidad es muy flexible y permite tener diferentes composiciones familiares, la más común es la de un hombre y una mujer heterosexuales que por diversas razones no han podido encontrar a su príncipe o reina azul para poder casarse y tener hijos. Y que aunado a esto, por su edad, se encuentran ya en contra de su reloj biológico para poder tener hijos. Por lo que ambos, deciden procrear uno o más hijos, ya sea por inseminación casera o por medio de un encuentro sexual tradicional.
Otra variante de coparentalidad es la de una pareja homosexual que entabla una relación con una mujer soltera, quien acepta establecer una coparentalidad con una pareja de hombres, donde uno de los dos o ambos aportarán su semen para procrear a sus hijos en común. Asimismo, es el caso inverso de una pareja de lesbianas que buscarán a un hombre que quiera formar una familia con ellas y participe activamente en la vida del hijo en común. Finalmente, una variante más de la coparentalidad es aquella donde una pareja heterosexual con problemas de infertilidad, busca una mujer soltera que desee una coparentalidad, por lo que el menor contará con dos madres y un padre.
Familia en Coparentalidad de Rachel Hopes, Los Angeles, EUA.
Ahora, he aquí la pregunta del millón: ¿Es ético tener un hijo/a con alguien a quien “no amas”? ¿Cuáles son las posibles repercusiones? ¿No es un pecado? (esta última pregunta la hizo una conocida cuando le hablé de la coparentalidad). La verdad, es que no podría encontrar en dónde está lo no ético en una coparentalidad, pues no es una opción que lastime a terceros, debido a que el hijo en común podrá disfrutar de una convivencia con sus progenitores y familiares ascendentes. En especial, porque la coparentalidad en estos casos, ha sido “elegida” y planeada por los copadres, y no “impuesta”, como suele suceder en muchas ocasiones en casos de coparentalidad resultado de divorcios de familias tradicionales, donde además, los hijos se convierten en el blanco de disputa entre los padres.
Está de más decir, que el número de divorcios cada año está aumentando en los países latinoamericanos, según el INEGI, tan sólo en México se calcula que en el año de 1980, de cada 100 matrimonios que había, 4 terminaban en divorcios. Ahora, el último dato del año 2011, arroja que de cada 100 matrimonios, hay 16 divorcios. Esto muy probablemente se debe a la falta de comunicación y de conocimiento mutuo entre las parejas, que en el caso de una coparentalidad, que es elegida previamente, la situación suele ser diferente, ya que precisamente lo que buscan los futuros copadres para poder establecer una coparentalidad, son una afinidad en pensamientos, crianza, religión, etc., entre ambos copadres, para así llevar una buena relación como familia una vez que haya nacido el menor o los menores hijos.
En el caso de que también uno se pregunte si es o no ético el que un hijo sea procreado por medio de una relación no amorosa entre dos personas, creo que primero habría que definir qué se entiende por amor y después qué se entiende por amor entre dos personas; pues si se considera que el amor sólo se materializa por medio de un acto sexual, creo que nuestra definición de amor sería muy pobre y frágil. Considero que para mostrar amor no sólo el acto sexual es la máxima muestra, sino que es tan sólo uno de las tantos modos en que se puede expresar… Y no estoy afirmando que haya una relación amorosa íntima y carnal entre los copadres, pero sí que los dos tienden a desarrollar un lazo afectivo importante, pues es más que obvio que existe una convivencia y respeto mutuo entre ambos, como aquella que tienen dos buenos amigos o un grupo de hermanos, en ambos casos, se muestra una relación afectiva y de amor, pero no necesariamente eso implica un acto sexual ¿o sí?
Y, ¿Cuáles son la posibles repercusiones de establecer una coparentalidad? El primero; el más importante, el señalamiento social por su composición familiar, no faltará la persona o personas que cuestionen a los copadres el hecho de haber escogido el tener una familia no tradicional. Aunque, he sabido, que la mayor parte de las ocasiones, han sido pocas las personas del circulo social de los copadres que se han dado cuenta de su situación familiar en coparentalidad, hasta que claro, alguno de ellos personalmente lo menciona. Y atención, no estoy afirmando que la coparentalidad es ideal para "matener las apariencias" a la sociedad. Lo que quiero decir, es que es sorprendente el percatarse que la gente suele señalar menos a las familias, cuando saben que existe al menos un hombre y una mujer en la familia, sin importar su número en miembros o composición.
La segunda repercusión, es aquella que como familia puedan vivir, pues como en todo núcleo social, las personas que conviven entre sí, sin importar su nivel o grado de convivencia, suelen tener problemas de algún tipo. No obstante, la clave siempre será el cómo resolverlos, no existe familia perfecta, por lo que los copadres tendrán que hacer uso de sus acuerdos y comunicación cimentada desde un principio, cuando planearon la coparentalidad, por ello la suma importancia de la afinidad entre los copadres.
Por último, ¿la coparentalidad no es un pecado? La verdad, es que esta pregunta la quise anexar en el artículo porque más allá de sorprenderme, me costó el creer que me la estuvieran haciendo en verdad, por lo que creo que lo único que sería un pecado, sería contestarla…
Con todo lo antes mencionado, uno tampoco trata de decir que la coparentalidad es la mejor opción a elegir sobre las demás composiciones familiares, como el de la familia tradicional, la cual está conformada por dos padres casados que conviven juntos en el mismo hogar con sus hijos. Y ni tampoco se trata de afirmar, que una familia tradicional sea la mejor opción sobre una entablada por una coparentalidad u otra composición familiar. Lo importante aquí, es conocer las opciones de composición familiares existentes, y a partir de ahí, optar por la que sea más acorde a la situación y necesidades de uno. En otras palabras, no dejarse querer meter en un mismo saco familiar a todos, es totalmente erróneo pensar que todas las personas en una sociedad, podemos conformar una familia tradicional.